Un desarrollo motriz armónico

Hoy en día son muchas las posibilidades de juego para ofrecer a los bebés: cunas, parques, mantas de actividades, gimnasios, sillas, hamacas, tronas, móviles…

Pero son todas ellas beneficiosas para el desarrollo armónico del recién nacido?

Vivimos en un mundo de adultos y todo está hecho a nuestra medida y para nuestra comodidad. Y muchas veces esto no encaja con lo que necesita el bebé.

Entonces, qué ocurre si partimos de lo que necesita él como orientación para escoger lo que le puede satisfacer?

Las necesidades motrices en los primeros meses de vida

Al nacer, los bebés necesitan contacto, piel, brazos y calor como continuidad del vientre materno para poder ir pasando de su ambiente envolvente y acuático a un ambiente donde sienten su propio peso caer, su gravedad. Como sabéis esa sensación les provoca angustia y reaccionan abriendo los brazos como defensa.

Aquí lo que más ayuda es estar en los brazos de mamá y persona más cercana, en contacto con el latido del corazón y sintiendo el calorcito de la piel. Los fulares y bandoleras son ideales para moverte unidos a ellos. Existe la prudencia y el miedo de ponerles dentro del portabebés siendo tan pequeños. Los fulares de tela y las bandoleras están diseñadas para respetar la fisonomía del recién nacido, su espalda en forma de C, su posición en forma de ranita y su cuello recogido por la tela y reposado en el pecho del adulto. En mi caso personal, ofrecimos brazos y piel con piel los primeros días y transportábamos a mi hija con un saquito abrigado que llevábamos en los brazos. Hacia el mes ya la pusimos en la bandolera y ella dormía muy cómoda allí. Es muy importante que los portabebés respeten la ergonomía, la forma del cuerpo, natural del bebé. No es bueno para ellos ir colgados de las ingles, ni tampoco ir hacia delante. Deben ir en posición de ranita con la espalda en forma de C y cogidos del pliegue de la pierna.

Existen otros elementos para envolver a los niños como cunitas con mantas, mantas-abrigo,… que envuelven todo el cuerpo. Lo prioritario es sentir el arrope humano, no solo se envuelve al bebé de algo que le toque si no que se le envuelve emocionalmente, transmitiéndole seguridad en nuestra presencia. Pueden ser útiles para resguardarse del frío o para momentos puntuales, siempre y cuando eso lo acepte con agrado. Si expresa malestar no es necesario pasar por esa experiecia. Nunca deben substituir el contacto humano, tan necesario en este momento vital.

Lo mismo sucede con el moisés, las cunas o los cochecitos, pueden ser útiles, para momentos puntuales y siempre y cuando sea gustoso para el bebé. Nunca un substituto del arrope humano.

Poco a poco van estando más tiempo despiertos y quieren descubrir el mundo. Aunque nos parezca poca actividad, ellos están sumergidos a un sinfín de sensaciones y acciones que tal vez no percibamos. Empiezan a tener interés por mirar, por los sonidos, se descubren las manos, los pies, a coger cosas y a realizar sus primeros movimientos; desde agitar sus extremidades a girarse de lado.

En este momento de exploración, qué podemos ofrecerles para facilitar todas estas conquistas?

Al suelo y boca arriba

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El bebé necesita estar en el suelo para tener visión y movilidad.

Dónde? En una superficie cálida en el punto justo entre blando y duro para que su cuerpo no se hunda. Los bebés necesitan un suelo que les de dureza para poder sentir su cuerpo y iniciar sus movimientos en oposición a el. Si la superficie es blanda, se hunden y les es más dificultoso moverse. Un suelo de parquet es ideal, o existen mantas o alfombras adecuadas a esta sensación dura y cálida.

Necesita un entorno simple

Un entorno con demasiados estímulos saca al niño de su propia escucha corporal, hacia si mismo y lo que le rodea. Estar en el suelo boca arriba ya es más que suficiente, aunque desde la mirada de adulto no lo sepamos apreciar porque ya hay muchos detalles sensoriales que ya tenemos interiorizados.

Las mantas de actividades suman estímulos a la experiencia. No quiere decir que no las podamos usar, pero si que podemos plantearnos cómo y cuándo las usamos y qué tipo de manta. Partiendo de que la necesidad es de permitir una escucha interna lo más enriquecedor es una superficie lisa, sin actividades. Eso como entorno diario y constante. Así, que si queremos ofrecerle una mantita podemos elegir una que cumpla los requisitos para su movilidad y que tenga una cantidad de estímulos sencilla. La mayoría son de muchos colores vivos, en cambio es más neutro una propuesta tranquila de colores. Pensemos que para ellos todo es información sensorial, cuánta más calidad sea el material que le ofrecemos, más eriquecedora será su experiencia. Así que, podemos fijarnos en la calidad de los elementos para tocar: diferentes texturas, sonidos, formas… con materiales naturales, ricos y cuidados.

Los gimnasios y los móviles, suelen ser cosas que cuelgan y que el bebé puede mirar desde a bajo. Como propuesta permanente vemos que aleja al niño de su escucha interna. Así que debería ser algo que le ofrecemos en un momento del día por un tiempo corto, unos 10 minutos. Y aquí también podemos elegir qué tipo de meterial y de cuántos estímulos. Los aparatos eléctricos suman sonidos y luces que pueden aturdir los sentidos, será muy importante cuidar el tiempo de exposición. Existe la propuesta de móviles Montessori que se pueden comprar o hacer en casa, que están muy ajustados al momento evolutivo del bebé. Inicialmente son en blanco y negro y poco a poco van añadiendo colores y otros elementos a medida que el pequeño va pudiendo apreciarlo.

Así, la opción permanente y diaria más adecuada es estar en el suelo con todo el campo de visión disponible y con todo el espacio para realizar sus movimiento.

Boca arriba

Boca arriba es la posición base para explorar, desde la que el bebé es autónomo para moverse teniendo autocontrol de si mismo y desde la que pueda interactuar con el ambiente.

Cuando empiece a moverse empezará a dar vueltas sobre su eje, como las agujas del reloj, también se pondrá de costado moviéndose hacia los dos lados. Y con el tiempo se dará la vuelta  y se pondrá boca a bajo por si mismo. Puede que exprese malestar porque al inicio no tiene la tonicidad para aguantar su cuello, entonces le cogeremos y lo volveremos a poner en la posición incial: boca arriba.

Juguetes

Qué juguetes enriquecen el juego del bebé?

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Cuando empiezan a rotar sobre si mismos, a ladearse y a querer coger lo que cuelga de los móviles, es el momento de empezar a ofrecer dos o tres objetos a su lado. Simplemente dejarlos a su lado y el interactuará con ellos como considere. A veces, tendimos a mostrarle que hay que hacer y precisamente a ellos les enriquece descubrir por ellos mismos el objeto y encontrarle el uso que ellos descubran, tal vez diferente al que nosotros usamos.

Qué tipo de objectos? Objetos fáciles de agarrar y con riqueza sensorial. Pueden ser tan cotidianos como una flanera, una cuerda, un sonajero o existen materiales pensados para este momento como la pelota Pikler o sonajeros para bebés. Lo importante es que se puedan coger fácilmente y sean diversos en sensaciones sensoriales: diferente textura, peso, tamaño, color, sonido, olor, frío, caliente,…

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  • Cesta de los tesoros

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Cuando ya se ponen boca a bajo y dominan esta posición con total placer podemos pasar de los pocos objetos a una pequeña cesta con objetos dentro y después una cesta completa de tesoros.

Una cesta de tesoros es una cesta, normalmente de mimbre porque es un buen material, llena de objetos cotidianos con diferentes calidades sensoriales. Pensemos que ellos están descubriendo el mundo a través de la boca y las manos y que lo que los ofrecemos cuánta más calidad y diversidad tenga más rica será su exploración.

Es muy interesante en el momento que empiezan a desplazarse ofrecerles cosas que ruedan.

Estar con él

Su momento de exploración no es un momento de separación de la persona que le cuida. En los primeros tiempos es una nueva conquista que pide acompañamiento y compañía. Compañía para segur sintiéndonos allí, para compartir los nuevos logros y para disfrutar juntos de ese momento. Y poco a poco se convertirá en un momento que podéis compartir y también en un momento dónde cada cual hace sus cosas. Cuando ya sea un espacio familiar y conocido.

Este espacio de autonomía no es una obligación. Todo lo contrario, los avances vienen siempre por propia decisión y placer interno. Si el bebé se queja significa que quiere otra cosa: brazos, alimentación, higiene…

Cuando le hemos ofrecido entornos estimulantes y decidimos cambiarlos por otros más sencillos puede que también exprese malestar. Está acostumbrado a otro nivel de estimulación y ha perdido el contacto y diálogo consigo mismo, y se queja porque no tiene otros recursos. Necesitará de nuestra compañía para superar ese momento y reencontrarse otra vez con su exploración desde su interior. Muchas familias cuando hacen este cambio expresan que el niño se queja porque se aburre. El bebé necesita un tiempo para retomar su diálogo interno y necesitaremos paciencia y compañía para recuperar este momento con alegría.

No ponerle en ninguna posición que no haya conquistado por si mismo

Esto significa que en su tiempo de juego siempre lo dejaremos boca arriba y no en ninguna otra posición que no haya conseguido por el mismo. Porqué? Porque cada vez que el bebé conquista una nueva posición es porque ha desarrollado toda su capacidad corporal en relación a si mismo y al espacio para poder sostenerla sin peligro. Si respetamos su tiempo y su ritmo de desarrollo permitimos que sus movimientos sean desde el punto en que su cuerpo y su capacidad están preparados. Cuando nos adelantamos le estamos pidiendo al cuerpo que asuma algo que todavía no puede sostener. Eso le creará un esfuerzo, una tensión corporal y un desequilibrio en su desarrollo, ya que para lograr algo nuevo necesita madurar su cuerpo y su comprensión. Tendremos un cuerpo en tensión y le habremos quitado la posibilidad de aprender, cosa que da mucha satisfacción interna y le habremos quitado recursos que después necesitará para hacer otros movimientos. Se trata de dejar espacio para que el niño construya a su ritmo y manera su propio esquema corporal, la percepción de si mismo y de su interacción con los objetos y el espacio. Además de eso también tiene un impacto a nivel emocional, ya que tener espacio para ser uno mismo es recibir amor, respeto y confianza en si mismo y tener el tiempo para desarrollarse es también sentir sus capacidades para aprender, valerse por si mismo y sentirse satisfecho del logro, cosa que transmite autoconfianza y autoestima.

Ponerle boca a bajo

Existe una presión con que el niño debe tonificar su cuerpo y la preocupación de que su cabeza quede plana al estar siempre boca arriba.

Estas dos situaciones no son problema si cogemos el bebé en brazos y lo porteamos. En esa experiencia él podrá descubrir la tonicidad de su cuerpo desde el recogimiento de sus cuidadores. El problema ha aparecido con el uso de las cunas, los cochecitos y las mantas, alejado al bebé del contacto humano y dejando siempre al niño en la misma posición. Es cierto que estos elementos pueden ayudar en momentos puntuales en que el adulto necesita hacer cosas, pero no deben ser de uso prolongado y siempre bajo el agrado del bebé. Usar el portabebés es una buena solución para hacer cosas, despejar la cabeza y dar posibilidades al cuello.

Entonces, el bebé no necesita estar boca a bajo ni ejercitar el cuello de forma forzada y desagradable. Desde los brazos queridos tendrá ocasión de hacerlo con gusto.

Cuando ponemos a jugar el bebé boca a bajo se apoya en la ayuda del adulto para estar en esa posición y muchas veces se desconecta de su propio movimiento, y deja de usar sus recursos para ladearse y darse solo la vuelta. Lo que luego le quita recursos para mover su cuerpo a las siguientes fases y le resta equilibrio en su esquema  corporal. Aunque ellos siempre buscan la manera de reequilibrarse.

Sentarlo

Existe una tendencia social a sentar a los niños para llevar una vida como la de los adultos: sentado entre cojines, en la trona, en la hamaca,y cuando ya ven que se sostiene un poco le dejan sentado para jugar. Ninguno de estos gestos es apropiado para el cuerpo del bebé, si no se sienta por si solo es que su musculatura no está prepara para ello y entonces volvemos a crear una tensión, un desequilibrio y una desconexión de su desarrollo espotáneo y armónico.

La propuesta es dejar al niño boca arriba y dejar que realice sus movimientos por él mismo. Normalmente suelen, y en este orden, rotar sobre si mismos, ladear, ponerse boca a bajo, dar la vuelta entera (hacer croquetas), luego reptar (desplazarse arrastrando el cuerpo), gatear y finalmente sentarse. Tardan en sentarse todo este proceso de movimientos.

Muchos dicen “mi hijo no gateó”. Cuando sentamos al niño, el ya puede gozar de esa posición y a veces ya no vuelve a recuperar los movimientos que dejó atrás, como el desplazamiento por el suelo. Y desde la posicón de sentado ya pasan a la verticalidad, pero sin todo un desarrollo corporal rico, que le hará tener menos equilibrio, menos recursos para sostenerse de pie en equilibrio y menos recursos para aprender a caer y volver a levantarse. A parte de las consecuencias emocionales que he comentado anteriormente.

Ponerle de pie y darle las manos para andar

Existe la creencia social que hay que ayudar al niño a caminar. El niño tiene toda la vida para caminar, si tarda dos meses más o menos eso es insignificante para toda una vida en bipedestación. Así que, nos importa más que el niño camine cuando eso sea armónico para su cuerpo y su ritmo de desarrollo, cuando haya solidificado todas las fases anteriores tanto corporal, psíquica y emocionalmente.

Hay mucho desconocimiento cultural a cerca del proceso de como el niño aprende a andar ya que no le dejamos hacerlo por si mismo y siempre nos adelantamos pensado que le ayudamos. A esta altura ya habréis podido entender porque no le ayuda adelantarnos a su propio proceso de desarrollo interno. Así como las semillas, el bebé tiene dentro todo su programa de desarrollo programado, y solo hay que darle el espacio para que se despliegue.

La primera conquista en vertical no es andar, es ponerse de pie. Inicialmente apoyado en un lugar. Para ponerse de pie lo suelen lograr desde el desplazarse por el suelo poniéndose de rodillas y alzándose. Primero se ponen de pie usando un apoyo y caen muchas veces. Cuando dominan su cuerpo en el suelo tienen muchos recursos para aprender a caer sin hacerse daño y volver a levantarse. Los golpes forman parte del proceso de aprendizaje, podemos ponernos al lado y acompañar su caída para que no sea dolorosa, es importante dejarle caer para que aprenda a gestionarse el mismo. Inicialmente sabrán subir pero no bajar, y a poco a poco irán aprendiendo a hacerlo. Puede que lloren porque no saben volver al suelo, entonces podemos ir y ponerle en posición inicial. La posición inicial va variando. Cuando saben darse la vuelta, ya no van a querer que les pongas boca arriba, quieren estar para bajo, esa será su posición inicial. Cuando saben sentarse, esa será su nueva posición inicial. Y cuando sepan estar de pie, también querrán esa posición inicial.

La siguiente conquista es desplazarse de pie, apoyado y de lado. Eso es, los humanos empezamos a andar de lado porque el pie va plano. Dominar el punta – talón se da más adelante. En este punto suele suceder que como el bebé ya se pone de pie le damos las manos para hacerle andar, con lo que él pierde todo su propio equilibrio interno, no va seguro en absoluto, es dependiente total del adulto y éste último sufre bastante de espalda. Es muy importante que respetemos al niño, todavía no anda, dejémosle ensayar esta nueva posición y el desplazamiento, con apoyo y de lado.

En ese ensayo de subir y bajar con apoyo, el siguiente paso será aprender a levantarse del suelo sin apoyo y empezarán a usar la posición de sentadillas para bajar al suelo y volver a subir.

Y el siguiente paso, primero de muchos, será dar su primer pasito. Al inicio dará dos pasos y caerá y después irá ampliando sus distancias. Es muy importante dejar que sea él quien camine, ya que esto le da una prudencia en el movimiento y una gestión de en qué lugares se mete, él asume la responsabilidad y va al ritmo y a la velocidad que necesita. De lo contrario le ponemos en situaciones que le van demasiado grandes y él mismo pierde el control de si, pierde su prudencia y se lanza sin autodominio.

 

Emmi Pikler, pediatra, observó el desarrollo motriz de los bebés en movimiento libre, sin intervenciones y vió los diferentes movimientos por los que pasan los bebés es su proceso hasta el desplazamiento vertical. Fue precursora de este método afirmando como dejarles en esta libre interacción crea un beneficio en su desarrollo motriz pero también en todas los aspectos del ser.

Estos son los movimientos que ella observó:

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En este viaje motriz de los primeros meses de vida es muy importante darles el espacio y el tiempo para que puedan desplegar ellos mismos sus propios recursos.

Esto afecta de manera fundamental la construcción de sus pilares en su desarrollo como persona. Afortunadamente somos seres con mucha capacidad de resiliencia y podemos salir adelante con todo, aun con condiciones adversas. Esto no significa que no podamos ofrecerle aquello que le ayudará a desarrollarse con más bienestar, autoconfianza, autonomía y recursos propios. Con la fuerza de sentir que su familia confía en el y le da el espacio para ser, a su manera y a su ritmo.

Mireia Batlle

Madre, maestra, psicomotricista y terapeuta gestalt.

Vetllant la infància.

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